Lecturas tristes

Hoy decidí leerme, para recordarme un poco, para revisar si lo que escribo -ebria o sobria- pueden llegar algún día a publicarse. 

Y lloré. 

Lloré porque en los pocos párrafos de los últimos meses solo me dediqué a plasmar lo que sentía, y aunque un tercero lo leyera, no podría llorar conmigo. 

No entendería las noches desgarradoras de viernes donde el alcohol parecía un amigo y terminaba siendo un error. 

No entendería los vuelcos en la cama a las tres de la madrugada porque soñé contigo y solo dolías. 

No entendería lo que te quise. Y a este punto no sé si yo podría entender cuánto te quise. 

Por mucho tiempo me decidí a pensar que quererte estaba mal, hoy solo decidí quererte. 

Decidí quererte con tus errores, tus malas maneras, tus agravios, tus pocas ganas y tu falta de compromiso. Con todo eso te quise. 

Pero también me quise a mí, me quise a mí después de mucho tiempo porque supe decirte que no cuando me moría por decirte que sí. Como me duele decirte que no cuando lo único que quiero hacer es escucharte hasta el hartazgo y recorrer contigo todo lo que tengas que caminar. 

Es muy triste saber cuánto te quise, y no por sentir que me quedo con el corazón en las manos, pero porque decidí un poco más hoy. 

Hoy te dije que no. 

Pero si mañana vuelves, un poco más convencido y con más amor, probablemente te diría que sí. 

Te despido con un abrazo y te espero con un beso. 

No demores mucho, porque los amantes no esperan para siempre. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo que te extraño...

Cantos de invierno

Neruda me contó