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Mostrando entradas de octubre, 2022

Lo que te extraño...

Esto no lo lee nadie. Solo yo. Escribo aquí solo para mí y si en algún momento alguien se pregunta acerca de las cosas que quise, te nombraría. Porque eres eso, una cosa. Un recuerdo, un tabaco, una cerveza a medio beber. Eres solo el tacto que queda en mí.  No eres nada pero también muchas cosas. El todo no existe. Nunca existió para nosotros.  Aunque no leas esto, y nunca lo leas, y jamás pienses que es para ti. Solo quiero que sepas que esta noche te extraño. Te extraño al punto de llorar, te extraño al punto de que duele en el pecho y bebes para olvidar eso.  Esta noche donde hago conjeturas sobre donde estás, con quién estarás, y si estarás besando a alguien más que no soy, solo para tener una razón para olvidarte ya.  Yo también quiero besar a otras personas para olvidarte. Pero tampoco quiero que mis labios olviden tu sabor.  Quiero que vuelvas a besarme, porque al menos ahora, en este momento, solo quiero tus labios.  ¿Dónde estarás?  ¿Estarás ...

Neruda me contó

Por muchos años, Neruda me contaba sobre lo largo del olvido.  Benedetti lo socorría contándome sobre las almas pérdidas en el exilio, sin brújula y sin perdón.  De dientes para afuera lo entendía, pero hoy cala en el alma.  Nunca te contaron que habrá días en que el olvido parecerá una puerta y otros días una jaula. Incluso tendrá la forma de una botella de licor.  Otros días el olvido parecerá la única solución y otros solo la última. No es lo mismo querer olvidar que vivir olvidando.  Siempre te mintieron cuando Neruda te contaba que el amor era corto. ¿El amor corto? ¡Pero si es lo más tedioso y largo que hay! Los encuentros con espejos y recuerdos de un pasado que están tatuados bajo los párpados en el fondo de un cajón que no se puede cerrar. Las noches de insomnio, los llantos de borracho y los ojos hinchados. Sí, el amor es tan largo.  He leído también que el amor no duele, ¡pero cómo me vas a decir que no duele si cada pintor lo ha plasmado con san...

Cantos de invierno

Con la garganta seca y el alma intacta emprendí un corto viaje.  Grité con ganas de encontrarte. Entre lágrimas y canciones tu recuerdo parecía enfractuarse en mi espina, los huesos me dolían y las manos eran un terrible souvenir de lo que ya no hay.  Siento mucho no haber sido suficiente.  Siento aún más no haberte querido menos.  Y aunque la calma se guarde en mi pecho como una esperanza inútil, intentaré no cantar más sobre este agridulce invierno.