Jardín muerto, jardín andante
No había
ninguna flor dentro sus costillas,
Cantaba
buscando por los campos,
Algún
pétalo que haga peso en su alma,
Para crear
algún jardín en su pecho.
Recogía
margaritas en la mañana,
Pero en la
noche se volvían tulipanes,
Resentidas
a ser encontradas,
Se volvían
rosas en la madrugada.
En las
tardes se marchitaba el jardín,
Y se
encontraba sola, pútrida,
Encerrada
en el olvido del tiempo,
Y el
recuerdo lo cargaba en sus senos.
Como marcas
vivas de una batalla,
Aparecían
besos rojos en piel,
Que
palidecían ante el tacto de otra flor,
De otra
rosa; de otro tulipán.
Se
regocijaba el sol en su mirar,
Toda la luz
del día se pintaba en esas cuencas,
Iluminaba
mis noches con sus pupilas,
Y me dejaba
ensoñado con el amanecer.
No había ninguna
lágrima en sus sollozos,
Se
encontraba sola, pérdida,
Encerrada
en el tiempo del olvido,
Y en su pecho cargaba el péndulo eterno.
C. Wheeler
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